¿QUIENES SOMOS?

Somos un grupo de profesionales del área de salud mental recibidos en la Universidad de Buenos Aires que conformamos "Phi RED DE PSICÓLOGOS UBA" con el fin de plasmar el trabajo que veníamos realizando conjuntamente de modo espontáneo. Contamos con formación docente y experiencia clínica, tanto privada como hospitalaria.
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Φ
Phi

"The young girl Elenita"
Phi ofrece un espacio de escucha psicoanalítica donde tratar el padecimiento de quien consulta.

Un tratamiento para niños puede suscitarse por dificultades escolares y/o familiares, duelos, tristeza o desínteres en el juego, separación de los padres, trastornos del lenguaje, etc, así como también por indicación judicial, escolar o médica.

El espacio psicoanalítico se orientará a que mediante el juego, el dibujo y la palabra, el niño pueda tramitar ese padecer.


"Retrato de la Sra Doña Elena Flores"
Un adolescente suele consultar por problemáticas propias de un período que ha de ser difícil de atravesar en tanto que surgen dificultades y preguntas en relación a la sexualidad, el propio cuerpo, la vocación, el futuro, la familia, los amigos. Estas cuestiones propias de la adolescencia suelen verse manifiestas en síntomas corporales, crisis vocacionales, trastornos alimentarios, dificultades escolares, crisis de angustia, inhibiciones, dificultades en las relaciones de pareja y en las relaciones sociales, problemáticas familiares, desgano, irritabilidad, impulsividad y desorientación.


"Campesinos"
Si bien estas cuestiones hacen a la habitual presentación de la adolescencia, muchas veces el dolor que estas implican perduran en el tiempo incluso durante la vida adulta, junto con el reproche de no haber logrado resolverlas a tiempo.

Proponemos un tiempo y un espacio en el que hablar de aquello que aqueja a uno en su singularidad, sabiendo que un psicoanálisis, no solo alivia el padecer de cada sujeto sino que además lo acompañará en la travesía de ir en busca de su propio deseo.


Φ Phi RED DE PSICOLOGOS UBA

* Las pinturas son de Diego Rivera.

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Las pasiones del ser

Por Julieta Tesi
 
"Grafo del deseo"
Lacan habla de las pasiones del ser desde su primer seminario, diferenciándolas de lo que Descartes postuló como “pasiones del alma”. Cuando en su escrito “La dirección de la cura y los principios de su poder” (1958) Lacan habla de las Pasiones del ser, nombrándolas como el amor, el odio y la ignorancia, las menciona principalmente para trabajar en relación a tres cuestiones: la transferencia, la posición del analista y su teoría de la demanda.

Lacan escribe este texto  en el contexto del debate que tiene con analistas postfreudianos, quienes entre otras cosas postulan el “ser del analista”.  Es un momento de interrogación óntica en  Lacan, un primer tiempo en el cual todos los conceptos son definidos en relación al ser. Lo que él plantea es que el ser no es un don, no es algo primario. Las pasiones del ser se inscriben en el momento en que Lacan define al sujeto del inconsciente como falta en ser, y es desde esta falta que el sujeto va a ir a buscar en el Otro aquello que le va a colmar -y  calmar- esta falta en ser. Al sujeto le falta el ser y al Otro también, por ende lo que Lacan plantea es que el sujeto atribuye el ser al analista, “un ser que sea en otra parte”[1], y esta atribución la hará a través de lo que llamará las pasiones del ser.  En “Los tres momentos de la transferencia en Lacan”, O. Umerez dice que esta es la primer articulación de estructura de la transferencia (lo q el sujeto atribuye de ser), y que en ésta, la pasión por excelencia es el amor : “el amor es encontrar en el Otro la dimensión del ser”.[2]
La palabra pasión implica la idea de aspirar a algo. Viene de la palabra griega Pathos y en francés se relaciona con Pâtir, que significa padecer. También connota la idea un sujeto pasivo ante otra cosa. Entonces retomando lo anterior, el sujeto padece su falta en ser, y a la vez la busca. Se padecen en el cuerpo, sobretodo las pasiones del amor  y el odio.

Ahora bien, es importante hacer una diferenciación, Lacan en el mismo texto habla por momentos de “desgracias del ser”, y esto muchas veces se confunde con las pasiones del ser. En la Pág. 595, dice: “Es sin duda en la relación con el ser donde el analista debe tomar su nivel operatorio(…)” y luego continúa “Existen desgracias del ser que la prudencia de los colegas y esa falsa vergüenza que asegura las dominaciones no se atreven a desligar de sí”.[3]

Entonces, dijimos que las pasiones del ser, en “La Dirección de la cura…” equivaldrían a una demanda de ser. Respecto de esto, Colette Soler dice:
 “Como punto de partida tenemos falta en ser, este destino del ser hablante. Falta en ser engendra pasión de ser, demanda de ser, aspiración a completar su ser incompleto. Y las desgracias de ser estarían más adelante en la serie, en tanto aparecerían como respuesta a esa pasión de ser.”[4]

Falta en ser  --------- Demanda de ser ------- Desgracia de ser

Este esquema, con la introducción del objeto a en el seminario 10, podría pensarse en similitud con el que postula Jacques Alain Miller en “La angustia lacaniana”:[5]

Objeto Causa ---------- Deseo --------- Objeto al que se apunta

En relación a esto, Miller hace hincapié en lo que Lacan menciona en ese seminario en relación a que el verdadero objeto no es el que esta delante sino el que esta atrás. Esto es, el analista tendrá que apuntar a la causa del deseo, en vez de perderse en los objetos de deseo que son a los que el sujeto se dirige.

Por ende, teniendo en cuenta este esquema, las desgracias de ser se referirían a la respuesta que el sujeto encuentra ante su falta. Esa respuesta tiene que ver con una identificación, y Lacan se refiere a ella del siguiente modo:
 “Pues esos objetos, parciales o no, pero sin duda significantes, (…)  el sujeto los gana, los pierde sin duda, es destruido por ellos o los preserva, pero sobretodo es esos objetos,(…) y ese modo de identificación no hace sino mostrar la patología de la pendiente a la que se ve empujado el sujeto en un mundo donde sus necesidades están reducidas a valores de intercambio(…)”[6]
“Pero sobre todo es esos objetos”, acá Lacan nombra objetos significantes en donde el sujeto pareciera encontrar su ser. Lacan va a decir que  las desgracias de ser son las identificaciones a esos objetos significantes que funcionan para obturar ese espacio vacío, esa falta que hace que circule algo del deseo.   Y es por este motivo que las llama desgracias.  Cabe destacar que al aclarar que son objetos “sin duda significantes” esta diferenciándolos de lo que sería el objeto a – causa de deseo-, que no es significantizable.  Entonces, las desgracias del ser serían  las identificaciones a los  objetos de deseo,  es decir, “la zanahoria que persigue”. En este sentido,  un análisis apuntará a las pasiones del ser,  es decir, a lo que causa el deseo y no a las desgracias del ser.
Entonces: Las tres pasiones son amor, odio e ignorancia.

La pasión de la ignorancia queda del lado del analista, y el amor y el odio del lado del sujeto.

La ignorancia en verdad es un efecto de estructura. Podríamos decir que el sujeto cuando habla no sabe lo que dice, ignora que hay algo de indecible en lo que demanda.  Pero cuando tomamos la ignorancia como la pasión del analista en el dispositivo, nos referimos a lo que Lacan llama Ignorancia Docta. Miller la define: “es la ignorancia de alguien que sabe cosas, pero que voluntariamente ignora hasta cierto punto su saber para dar lugar a lo nuevo que va a ocurrir”[7].

Entonces, no se trata de no saber, la ignorancia del analista tiene que ver con que el analista no presuponga lo que el sujeto va a decir, el saber va a surgir del decir del sujeto. El analista no sabe nada de lo particular de ese sujeto, sólo sabe que lo que el sujeto dice, quiere decir otra cosa. Sabe de la existencia del inconciente.
Entonces desde esa docta ignorancia es desde donde se constituye la transferencia. Es a partir de esa posición de semblante de saber, desde donde va a operar para que haya posibilidad de un análisis. Y es un semblante en tanto se supone algo allí donde no hay nada.

Por otra parte, el amor y el odio son  lo que el paciente pone en juego en sus dichos. Si hay algo de lo que los pacientes hablan todo el tiempo es de esto: Amor y odio.
El amor de transferencia es lo que hace existir en el Otro lo que justamente le falta, apunta al ser del Otro. El odio también se dirige al ser, de alguna manera se sostiene al Otro, esperando su destrucción.
El amor, para el psicoanálisis es un engaño, un artilugio para velar lo que no hay. Es un engaño que sostiene la suposición de que hay algún saber escondido, y esto es lo que sostiene al dispositivo analítico. E. Laurent dice “no hay otro camino hacia la verdad que el amor”. Entonces a partir del amor de transferencia se guía al sujeto a la verdad de su deseo y sus condiciones de goce.

En conclusión, Lacan define las pasiones del ser como “lo que evoca toda demanda más allá de la necesidad que se articula en ella”[8]. También, en el seminario 5, clase 29, las nombra como “esas relaciones obscuras que están en el horizonte de toda demanda y que se llamaron el amor, el odio y la ignorancia.”

Sabemos que el sujeto al hablar, demanda. Entonces, en el horizonte de toda demanda están las pasiones del ser, es decir, son lo que porta la Demanda, lo que el sujeto pone en juego en sus dichos.
Posteriormente, en el Seminario 6 Lacan  nombrará a estas pasiones como “actos posicionales en relación al ser”.
Para concluir, en un análisis, a través de estas “demandas de ser”, en la medida que hacen deslizar la cadena significante, van a vislumbrarse las condiciones singulares de ese sujeto para taponar su falta.  Es decir, al desplegarse las demandas tanto de amor como de odio, lo que se evoca es la posición que tiene ese sujeto en relación a la falta.


[1] Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder”, en Escritos II, 1958. Pág 571.
[2] Umerez, O. “Tres momentos de la transferencia en Lacan”, en Los rostros de la transferencia, Ed. Manantial.
[3] Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder”, en Escritos II, 1958. Pág 595
[4] Soler, C. “La relación con el ser, donde tiene lugar el analista”. Lección del 22 de junio de 1986 del Seminario del Campo freudiano en Barcelona, sobre La dirección de la cura.
[5] Miller, J.A.: “La angustia lacaniana”, Pág. 82. Paidós.
[6] Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder”, en Escritos II, 1958. Pág. 594
[7] Miller, J.A.: “Introducción al método psicoanalítico”. Pag.33
[8] Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder”, en Escritos II, 1958. Pág. 607

1 comentario:

  1. Muy interesante el artículo Julieta. Transmitis de forma clara la posición del analista en relación a la falta, al saber supuesto, y a la transferencia que soporta en tanto objeto. Problemas que enfrentamos a diario en nuestros consultorios con cada analizante. Muy bueno el blog! Saludos. Ricardo

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